Muchas de las manifestaciones pacíficas que se viven nuestro país, han terminado intervenidas con el uso de bombas lacrimógenas, para dispersar a un pequeño grupo de violentistas. Estos gases lacrimógenos son sustancias hidrocarbonadas, fabricadas comúnmente con bromuro de bencilo o, clorobencilideno malononitrilo, diseñadas para reaccionar con las grasas, el sudor y las mucosas del cuerpo humano.
En Chile su uso está regulado en la ley de Control de Armas. Dicha normativa, prohíbe que cualquier ciudadano «excepto a las Fuerzas Armadas y de Orden» la posesión y tenencia de «artefactos fabricados a base de gases asfixiantes, paralizantes o venenosos, de sustancias corrosivas o de metales que por la expansión de los gases producen esquirlas».

¿Cómo contrarrestar sus sus efectos?
Los síntomas empiezan unos 20 o 30 segundos después de la exposición y se estima que el área de dispersión de una bomba va desde los 60 a los 300 metros cuadrados.
Se mezcla 5% de bicarbonato (de sodio) con 95% de agua y se hace una base líquida que se aplica en la cara. Así se anula en parte la acción del ácido actúe directamente sobre la piel.
Otra recomendación es quitarse la ropa que queda impregnada, para no verse afectado de nuevamente por los gases.
Si 24 horas después de estar expuesto a los gases alguna sensación continua, es debe recibir asistencia médica a la brevedad.