Un grupo de 15 voluntarios fue encerrado en la cueva Lombrives en Ariège ubicada en Francia, durante 40 días sin luz solar, relojes, celulares ni contacto con el mundo exterior.
Los voluntarios, ocho hombres y siete mujeres de entre 27 y 50 años, formaron parte de un experimento llamado “Deep Time” (Tiempo Profundo), que fue diseñado para sondear la concepción del tiempo del cerebro humano en un entorno sin orientación cronológica y para estudiar la adaptación general del grupo a la vida en aislamiento.
Las personas experimentaron una temperatura constante de 12 °C en la cueva y hasta un 95 % de humedad. Durmieron en tiendas de campaña, sacaron agua de un pozo de 146 pies debajo de la tierra y generaron su propia electricidad con una bicicleta de pedales. Como no había luz solar, el equipo tuvo que seguir sus relojes biológicos para saber cuándo dormir, comer o hacer las tareas diarias.
En ausencia de señales naturales para regular los patrones circadianos del sueño, muchos de los participantes perdieron el sentido del tiempo a medida que pasaban las semanas en la cueva de Lombrives
El equipo de científicos del Instituto de Adaptación Humana francés, monitorearon las interacciones sociales, los patrones de sueño y otros datos fisiológicos de los participantes a través de sensores. Estos dispositivos fueron introducidos en pequeñas cápsulas e ingeridos por los voluntarios hasta que fueron expulsados del organismo de forma natural.
Finalmente, Christian Clot, jefe de la misión comentó «Nuestro futuro como humanos en este planeta evolucionará”. “Debemos aprender a comprender mejor cómo nuestro cerebro es capaz de encontrar nuevas soluciones, sea cual sea la situación”.